Nikon D700, objetivo Nikon 70-200 f/2,8, a 200 mm y f/8, ISO 200, 1/250 sg.
Del libro de fotografías «Luz de tormenta. De Estaca de Bares al río Adour»
A principio de febrero de 2014, una serie de borrascas enlazadas se desplazaban del norte de Europa hasta la costa cantábrica. A lo largo de varios días se fue generando unos fuertes temporales. Ese día ya tenía la foto en mi cabeza: sabía la hora de mayor altura de las olas, su máxima frecuencia y el momento de la marea alta. Había calculado la salida del sol y la hora así que cogí el equipo y me dirigí, antes del amanecer, hacia el pueblo de San Juan de la Arena.
Me coloqué en un lugar conocido donde ya tenía calculado el mejor encuadre. Caminé, aún de noche, hacia el final del dique para colocar el equipo. No veía las enormes olas golpeando contra el faro de San Esteban de Pravia pero si las podía oír. Era estremecedor e hipnótico a la vez. Ya con los primeros rayos de sol comencé a ver el espectáculo. Esperé antes de colocarme temiendo que alguna ola pudiera alcanzarme.
Monté mi 200-70 sobre el trípode con una abertura de F/8 para lograr una calidad óptima y una velocidad que congelase el golpe de la ola. Los primeros rayos de sol de febrero ya iluminaban las olas dándoles un tono dorado que me encantó. Esperé a que la naturaleza me ayudase a formar la fotografía que tenía en mente y disparé.